lunes, 2 de julio de 2012

Apuntes Introducción a la historia económica mundial (castellano)


1.1 los inicios de la revolución industrial en Gran Bretaña.

La revolución industrial es el inicio de un tipo de crecimiento nuevo y autosostenido a causa del uso de nuevas materias primas y nuevas formas de energía y de la aplicación de innovaciones técnicas y organizativas en todos los sectores económicos, desde la agricultura hasta los productos manufacturados, el transporte, el comercio y las finanzas.

Esa transformación fue rápida (1760-1830) y localizada en Gran Bretaña, concentrarán poco procesos industriales relacionados con el comercio exterior y preparada y sostenida por el crecimiento agrario y el apoyo del poder del estado (O´Brien, 1993).
Según Mokyr la revolución industrial no es un proceso de decrecimiento macroeconómico que conduce a una aceleración del cambio técnico, sino un proceso de cambio técnico generador de crecimiento macroeconómico. La transformación económica de Gran Bretaña durante la revolución industrial es compleja puesto que simultáneamente a las innovaciones de revolución industrial y al paso de una importante parte de la población del campo a la fábrica se dan 3 fenómenos más, anteriores a la revolución industrial y reforzada por la revolución industrial: el crecimiento de la población, el aumento del porcentaje de población urbana y el incremento de la renta real per cápita. Para que se pudiera dar la revolución industrial, era necesario mejoras agrarias e industriales, en el mercado y las estructuras políticas, transformaciones que sólo se daban en Gran Bretaña. Aparte de estos condicionantes cabe la destacar  que Gran Bretaña disponía de otras ventajas, como que fuera una isla, lo que suponía unos gastos inferiores en defensa respecto a otros países continentales o el hecho de tener numerosos ríos navegables, que favorecían el transporte. Y más importante fue su riqueza minera de carbón y hierro.

Mokyr pone de manifiesto que la cultura material en Europa tradicional tenía en la minería el principal factor de innovación y de mejora tecnológica.
A finales del siglo XVIII, Gran Bretaña era el único país que podía con mantener una mitad de la mano de obra para el sector agrario, gracias a la productividad de su agricultura. De igual importancia es lateral tradición manufacturera, Gran Bretaña fue un país precozmente industrializado gracias a la difusión de la industria rural, sin los conocimientos técnicos de la industria manufacturera no había sido posible inventar y hacer funcionar a las primeras máquinas.
La existencia del mercado previo es un condicionante importante para el inicio de la revolución industrial. El alto grado de organización de Gran Bretaña y la falta de reglamentaciones restrictivas hacia que la sociedad británica acudiera al mercado con mucha más frecuencia que las sociedades continentales. El comercio exterior y las colonias representaban una ampliación del comercio interior. Además, son importantes como fuente de materias primas y también como mercado manufacturero. Según Mokyr (1985) el comercio es importante como elemento previo a la industrialización, aunque una vez iniciada, la relación causa efecto va de la industria al comercio. El último condicionante de la aparición de la revolución industrial es el estado, el de Gran Bretaña, tras la revolución gloriosa (1688), la organización del estado diferente y más moderna que la de los países competidores, esto hacía que el mercado británico se acercase más al libre mercado. Los impuestos, controlados por el parlamento, eran más bajos, no tan mal distribuidos y mejor gastados que en otros países, además en todas las guerras en las que participó Gran Bretaña obtuvo beneficios comerciales o coloniales.

Como dice Mokyr (1990) el hecho clave de la promoción industrial es el proceso de cambio técnico acelerado y sin precedentes. Las principales innovaciones que conforma la revolución industrial tuvo lugar en los campos de la producción, en las materias primas utilizadas, en la organización de la producción y del transporte. Las primeras máquinas de la revolución industrial se aplicaron en el sector textil algodonero, en 1773 Jhon Kay introdujo la lanzadera volante, que no se consideraba una máquina, esta provocó una sed de hilo, sobre todo el de lana, pero sólo después de que las máquinas fueron perfeccionadas con la experiencia obtenida mediante el trabajo de algodón fue posible aplicarlas a la lana y a otras fibras. La primera máquina de la revolución industrial fue de la Spinning-Jenny , inventada por Heargraves en 1768. Lo único que hacía era mecanizar los procesos de torsión y estiramiento del hilo. En 1769 Arkwright inventó la wáter-frame movida por energía hidráulica. En 1785 Crompton combina las dos máquinas surgiendo la mule. En 1825, Richard Roberts automatizó la mule que ya no necesitaba un obrero especializado y multiplicaba por centenares  la productividad de un hilador manual, por muy especializado que fuera. La mecanización del hígado y el tejido de algodón tuvo importante efecto transformador en la industria y en el comercio británico y, por lo tanto, en toda su economía en 1880 Gran Bretaña aún dominaba el 82% del comercio de algodón.
El hierro también tuvo importancia en la revolución industrial una vez transformado en máquinas o estructuras, por suerte, Gran Bretaña tenía mecánicos hábiles a todos los niveles.
La innovación más determinante de la revolución industrial es sin lugar a dudas la máquina de vapor de James Watt, patentada en 1769. Mokyr (1990) no duda en calificar la energía de vapor como la quintaesencia de la revolución industrial. La aplicación más importante de la máquina de vapor fue en el ferrocarril, George Stephenson, en 1825, construyó la Rocket, con la que dotaría de locomotoras a la primera línea regular de ferrocarril (Liverpool-Manchester, 1829).
La minería también fue importante para revolución industrial, era difícil mecanizar la minería, un inconveniente para Gran Bretaña que en 1800 producía y consumía cinco veces más carbón que toda la Europa continental.
En la industria química Gran Bretaña se  benefició de la aplicación de innovaciones que venía en la mayoría de veces de otros países. Los cambios principales que se produjeron fueron: el paso de productos en el laboratorio de pequeñas a grandes cantidades, la sustitución de materias primas orgánicas por inorgánicas, el aprovechamiento de los subproductos como base de nuevos procesos químicos y el descubrimiento de nuevos productos químicos. De todas las indagaciones químicas la que mayor repercusión tuvo fue el gas.
El crecimiento de la época de la revolución industrial fue moderado y desigual, esto se explica porque la revolución industrial sólo se produjo en unas pocas regiones y en unos pocos procesos. Hasta la mitad del siglo XIX el impacto de la industrialización fue creciente pero lento, posteriormente se aceleró.
Como dice O´Brien (1993), a pesar de su lentitud, la tasa de crecimiento entre 1750 y 1859 no tiene precedentes históricos en Gran Bretaña ni ningún otro país. Las cifras disponibles hoy en día muestran que se produjo un cambio acelerado de la productividad a principios del siglo XIX y que la tasa de cambio de la productividad entre 1800 y 1860 triplicó a la del período de 1700 a 1760, es decir, la del último período anterior a la revolución industrial.





 1.2 el papel del estado y las instituciones.
Las instituciones ofrecer un marco más o menos favorable al desarrollo. Los principales aspectos institucionales que deben tenerse en cuenta son las  mentalidades, las costumbres y el marco social que definen, según North (1984), las decisiones dentro de las cuales los aspectos económicos deben tomar las decisiones. Cuanto mejor definidos y mejor defendidos estén los derechos de propiedad individuales, cuanto mayor sea la consideración social del trabajo y más libremente se deje actuar al mercado, más posibilidades habrá de poder conseguir un crecimiento económico sostenido.
Mientras los cambios en la mentalidades y las costumbres suelen ser lentos, los de carácter legal pueden ser repentinos y presentar un carácter revolucionario. Ante una parte importante del cambio institucional depende de cambios en la mentalidad y en la manera de entender el mundo de la mayor parte de las personas que forman una sociedad, la formalización y la imposición de los cambios procede la sanción legal. El ritmo de las formas que adoptó la transformación del marco institucional no fueron iguales en todos los países, aunque los cambios fueron en la misma dirección. Las características principales podrían ser agrupadas en dos ámbitos: a) derechos ciudadanos y sistema político y b) libertad de empresa y redefinición de derechos de propiedad.

La legislación propia de los sistemas feudales diferenciaban legalmente las personas en función del estamento que pertenecían: los nobles y eclesiásticos eran privilegiados, tenían derechos, mientras que el resto eran súbditos sujetos a obligaciones. Por otro lado, la mayoría en monarquías que eran de carácter absoluto, no existían mecanismos que regularan el poder del rey ni que permitieran el control de sus actos por parte de los ciudadanos.
La burguesía necitaba acceder al poder político y era lógicamente contraria al mantenimiento de privilegios estamentales. Por lo tanto, el fortalecimiento de la burguesía como consecuencia del crecimiento de las actividades comerciales e industriales provocaba una pugna por el cambio del marco legal y político la revolución gloriosa de 1688-una al establecimiento de una declaración de derechos (Bill of Rights) que limita el poder del rey y establece libertades públicas (derecho) de sus súbditos. A diferencia del resto de europeos, los ingleses de cualquier condición se consideraban libres de nacimiento. El triunfo de los ideales políticos de la burguesía tiene dos hitos fundamentales: el texto de independencia de los Estados Unidos (1776) y la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano durante la revolución francesa (1789).
Los sistemas políticos nacidos en este proceso de cambio se caracterizaban por la aceptación del principio representativo. Aunque el rey y/o el gobierno retuvieron el poder ejecutivo, la aprobación de las leyes y de los presupuestos correspondía a un parlamento elegido por los ciudadanos. El derecho al voto fue ampliándose durante el siglo XIX, primero sólo podían votar los mayores contribuyentes, después ampliar los propietarios y a finales de siglo a todos los hombres. El sufragio femenino tuvo que esperar hasta bien entrado el siglo XX.
El estado burgués nacido de los cambios institucionales del siglo XIX desempeñó un papel importante en el desarrollo económico, sobre todo a través de sus dos vías: las medidas de fomento y la política monetaria y comercial. La acción del estado en el  fomento de la actividad económica se centró esencialmente en el impulso a las infraestructuras. En general, los gobiernos construyeron por su cuenta carreteras y puertos, aunque a menudo los financiaron mediante el establecimiento de impuestos o tasas específicas. Los niveles de alfabetización mejoraron pero muy lentamente, aunque los países protestantes (leer la Biblia era esencial) era mucho más elevados que los católicos. El estado necesitaba ingresos y la forma de tenerlos debía estar en sintonía con los principios liberales. El instrumento principal en el presupuesto, una prohibición explícita de ingresos y gastos que debería ser aprobada por el parlamento. Se eliminaron las antiguas contribuciones discriminatorias o específicas y se instauraron impuestos de carácter general, que afectaban  a la propiedad, a la producción y a la venta de productos.
La política comercial adoptada por el estado afecta a muchos intereses y fue siempre un tema muy debatido. El estado es una pieza fundamental en el proceso de desarrollo económico y sus decisiones afectan a las actividades económicas empresas y particulares, por lo que muchos grupos tienen intereses en influir en los políticos que toman estas decisiones. A menudo, el estado defiende más a unos determinados intereses particulares que los intereses generales, y aún menos los intereses de aquellos estamentos que tienen una menor capacidad de presión política.




1.3. La difusión de la industrialización en la Europa continental.

Como afirma Pollard (1991), sólo ha habido una revolución industrial y se produjo en Inglaterra. El resto de países empezó industrializarse a imitación de Inglaterra y mediante la transferencia de tecnología británica. La difusión fue lenta y desigual. La adopción de las procesos industriales fue comparativamente fácil en los países que tenían una dotación de factores y de capital humano y un sistema de valores parecidos a los británicos. Estos países forman el primer ciclo de difusión de la revolución industrial, en el que la industrialización se inició y consolidó a partir de 1830. Este primer círculo está formado por: Bélgica, Francia, Alemania, Suiza y Estados Unidos.
Un segundo ciclo de difusión de la revolución industrial aparece a partir de 1870 y comprende, de modo muy desigual, al resto de Europa, desde Escandinavia hasta el Mediterráneo, pasando por Rusia. Estos países consolidan los elementos de la primera revolución industrial en el momento en el que los países de primer ciclo inician la segunda revolución tecnológica. En cada uno de estos círculos, el desarrollo fue muy desigual. La industrialización fue, en todas partes, un fenómeno regional. Sólo algunas regiones de cada país adoptaron y consolidaron algunos procesos industriales.
Los países del segundo círculo, aproximadamente 1870, habían iniciado proceso de industrialización y disponían de una red de ferrocarriles más o menos extensas y más o menos útil completar el desarrollo económico, aunque continúan siendo economías básicamente agrícolas, con una débil capacidad de crecimiento. La etapa 1870-1914 implicó cambios importantes en este grupo. Algunos países lograron avanzar de modo que en 1914 se acercaban a los países avanzados. El resto de países, aunque también crecieron, tendrían que esperar hasta la segunda mitad del siglo XX para desarrollarse como comunidades industriales. Como apunta Flamant (1976), en 1914 una parte de Europa utilizaba el caballo a vapor, mientras el resto sólo conocía el  caballo de tiro.
Para los países no industrializados, el mejor camino hacia el crecimiento parecía pasar por dedicar los capitales disponibles en la construcción de una red ferroviaria destinada a favorecer los intercambios internacionales y por poner en práctica políticas comerciales librecambistas. El modelo de crecimiento complementario fue adoptado por dos grupos de países. Por una parte están los del centro-norte de Europa, cercanos a los grandes mercados demandantes y capaces de ofrecer productos primarios con poca competencia internacional, que con el tiempo serían en parte transformados industrialmente en el propio país. El segundo grupo de países que lo forman los estados situados básicamente en el Mediterráneo y en Europa del este, con los grupos dominantes basaban su riqueza la propiedad de la tierra, a través de las rentas agrícolas o la venta de productos primarios al exterior. Para estos países, la división internacional del trabajo proporcionaba una oportunidad de crecimiento muy atractiva. A partir de 1860 este modelo empezó a ser cuestionado y sólo siguió siendo útil mantenido por los países capaz de llevar a cabo una industrialización alternativa, que no se basará en las políticas basadas en la división internacional del trabajo y en el librecambismo se produjo durante la etapa de depresión económica subsiguiente a la crisis de los años 70



2.1. La pérdida de la hegemonía británica.

Esta época se conoce como "el climaterio británico (1870-1914)". Climaterio aplicado a la economía indica la ralentización del ritmo de crecimiento.
Durante esa época, Gran Bretaña es todavía la primera potencia europea y la primera potencia comercial y financiera mundial, pero no la que más crece, de modo que cede terreno ante sus competidores.
A consecuencia especialmente la crisis que se inició en 1873 la economía internacional experimentó una serie de cambios que en gran parte tienden a reducir el anterior predominio británico. Los países del primer ciclo de industrialización empiezan a ser capaces de construir su propia maquinaria y sus productos finales comienza a ser competitivos en terceros mercados. Además, todos los países menos Gran Bretaña, Holanda y Dinamarca adoptan políticas proteccionistas, que suponen una barrera para los productos británicos.
Gran Bretaña era una economía fuertemente dependiente de los mercados internacionales. Así la ventaja es el primer país industrializado la había permitido invadir los primeros mercados mundiales pero al mismo tiempo había vinculado la prosperidad británica al crecimiento del mercado exterior. Por otra parte, Gran Bretaña tenía una dotación de recursos inferior que sus principales competidores, Estados Unidos y Alemania. Además invertirá poco los sectores innovadores (acero, química, electricidad), como resultado, las inversiones británicas aportan menos valor añadido, eran menos rentables. Al mismo tiempo, Gran Bretaña mantenía la estructura empresarial y educativa tradicional, por lo que al comienzo del siglo XX, el número de ingenieros que salían cada año de las universidades británicas era muy inferior al de las universidades alemanas. Sin embargo, durante estos años Gran Bretaña consolidó su primacía en el sector terciario, los servicios. Ya era el país líder en campos como transporte marítimo, los seguros y sobre todo las finanzas internacionales. En definitiva, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, la economía británica era la segunda a nivel mundial, la primera en Europa y la primera potencia comercial mundial, aunque no la economía más dinámica. Y dentro de la economía británica, las ventajas comerciales del imperio y él papel de principal centro financiero mundial eran más importantes que él sector industrial.





2.2 el potente acceso de los Estados Unidos.

El crecimiento Estados Unidos se debió principalmente a tres factores:
1-     La ampliación del territorio hasta llegar a las fronteras continentales actuales, proceso prácticamente completado en 1848.
2-     El poblamiento de este territorio fue un proceso mucho más lento del que alguna zona no dispusieron de suficiente población blanca para constituirse como estado hasta 1912. El poblamiento tuvo cuatro aspectos relevantes:
a)      un fuerte crecimiento vegetativo, posible por la disponibilidad de tierras, como observó Malthus.
b)      Una gran inmigración procedente de Europa, que es el factor principal.
c)      La importación de esclavos africanos y semi esclavos orientales.
d)      La desaparición de la mayor parte de la población autóctona: como mínimo 13 millones de indios fueron exterminados por las armas, el hambre con las enfermedades.
3-     El crecimiento económico, cuyas bases fueron:
a)      la disponibilidad de tierra y recursos naturales.
b)      El hecho de que una parte importante del territorio fue la adecuada para la producción de una materia prima básica para la revolución industrial: el algodón ( The King Cotton).
c)      La rápida adopción y mejora de los procesos industriales, en especial de las siderúrgicas y de los sectores de la segunda revolución tecnológica.
d)      Su nivel de vida y, por lo tanto, una capacidad de comprar relativamente elevada.
e)      Un mercado con gran capacidad de crecimiento, que estimula la inversión industrial y permitía grandes economías de escala.
El crecimiento estadounidense tiene como característica principal el uso despreocupado del factor abundante (tierra, materias primas...) hasta extremos que en Europa podrían parecer un desperdicio, a cambio de la obra de factores escasos (capital y especialmente trabajo).
Las 13 colonias (que pasaron a ser estados después) formaban dos grandes áreas económicas con características diferentes. El norte (nueva Inglaterra) reproducía las condiciones de vida y de trabajo de la metrópoli. En cambio en el sur, predominaba una economía de plantación parecida a la del Caribe, con tendencia al monocultivo (tabaco, algodón), que basaba la producción en mano de obra esclava.
A lo largo de la primera mitad del siglo XIX, se fue formando una nueva zona: el medio oeste, de grandes fincas primero de ganadería extensiva acompañada posteriormente de una agricultura igualmente extensiva y la explotación y transformación de los recursos mineros.
Los medios de transporte comportar un problema más grave. Hasta 1830, sólo se disponen denalgunos caminos de tierra y de navegación fluvial que no siempre era fácil. La innovación en este campo fue la navegación de vapor. Los barcos de vapor de Fulton (1807) redujeron a un tercio el tiempo de navegación necesario para recorrer el valle del Mississippi. Sin embargo, no fueron importantes hasta 1825 que el estado de Nueva York completó el canal del Eire, que comunicaba la zona de los grandes lagos con el puerto de Nueva York a través del río Hudson y facilitaba el transporte entre las llanuras del medio oeste y la costa. El canal del Eire fue un éxito económico, que convirtió en Nueva York en el primer puerto y en la principal ciudad del mundo.
En 1840 la red ferroviaria estadounidense era la más grande que la de toda Europa. El ferrocarril fue esencial para la penetración hacia el interior del continente, la aportación de estas áreas y la comercialización de sus productos (Pollard, 1990).
En 1791, la producción norteamericana sólo presenta un 0,4% de la producción mundial: en 1860 ya representaba un 66%. Este crecimiento impresionante se explica por estos cuatro factores:
1-     La gran extensión del territorio disponible, que permitía sembrar algodón año tras año y pasar a una nueva tierra cuando la anterior ya estaba agotada por el monocultivo.
2-     El cultivo con mano de obra esclava.
3-     Un coste de transporte hacia el principal cliente (Gran Bretaña) inferior al de los demás países cultivadores (Egipto, la india, Brasil).
4-     La intervención de la desmontadora mecánica que abarataba la preparación de las fibras.
La parecer industria americana más importantes en esta época fue la producción de piezas estándar. Este tipo de producción, que requería máquinas o herramientas capaces de fabricar piezas perfectamente iguales, y por lo tanto, fáciles de acoplar y de reemplazar, fue llamado sistema americano de fabricación.
En 1860, el PIB de Estados Unidos era parecido al de cualquier de los países industrializados europeos (Gran Bretaña, Francia y Alemania). En cambio en 1913 equivale a la suma del PIB de los tres países. Éste crecimiento se debe, en parte, al crecimiento de la población gracias a la inmigración europea y a la ocupación de los territorios del oeste y, muy especialmente a la magnitud del crecimiento social favorecida por la disponibilidad de materias primas y por el tamaño del mercado, que permitía crear empresas grandes, con las consiguientes economías de escala y  amortizar rápidamente la introducción de las técnicas más nuevas. A finales del siglo XIX, la industria estadounidense era la más moderna y la más innovadora, ya que cualquier innovación que les disminuyera costes y permitiese rebajar precios resultaba rentable por la magnitud del mercado potencial. Una mejor relación calidad precio facilitaba el aumento de las ventas y la exclusión del mercado los competidores.
Si hasta la guerra de secesión la economía estadounidense había detenido especialmente de agricultura, a partir de 1860 el crecimiento fue principalmente industrial. Los factores más importantes de crecimiento industrial para la explotación y la utilización de los recursos naturales, la producción en masa de bienes estandarizados que hacían que las industrias estadounidenses fueran mucho más dinámicas que las europeas. El acero, el petróleo, la electricidad y el automóvil fueron los sectores punta del crecimiento industrial norteamericano entre 1860 y 1913.
Desde el punto de vista de la organización, el complemento de la estandarización es el taylorismo (Taylor, 1893), que consiste en estudiar el proceso de producción y dividirlo en movimientos cortos. La culminación de este proceso es el trabajo en cadena, cuya implantación más célebre fue la de fabrica Ford en Detroit en 1904.






2.3. La arrancada del Japón.

Japón representa el único caso de industrialización de una sociedad no occidental antes de la Primera Guerra Mundial. La industrialización japonesa fue impulsada por el estado por razones más políticas que económicas. Querían evitar la sumisión a las potencias occidentales.
Japón no pudo resistir la influencia occidental impuesta por la amenaza de una pequeña escuadra norteamericana (comodoro Perry) de bombardear el puerto de Tokio si Japón no ponía fin a su aislamiento comercial (1853). Japón se vio obligado a firmar tratados comerciales desiguales con las potencias occidentales, que limitaban a un máximo de 5% derecho de entrada de sus productos en Japón. La protesta popular que se produjeron fueron sofocadas bombardeando los puertos.
El desprestigio que supuso caer ante las potencias occidentales y el deseo de modernizar el país condujo a la revolución Meiji de 1868, liderada por la casa militar y los comerciantes, con un lema muy expresivo: "nación rica, ejército fuerte". La revolución Meiji supuso la abolición del feudalismo y la modernización del país en todos los ámbitos con la finalidad principal de disponer de un ejército moderno, capaz de preservar la independencia del país y de llevar a cabo las conquistas necesarias para mejorar su economía.
En 1868, Japón era una economía agrícola atrasada y sometida a una organización feudal muy dura. La revolución Meiji pretendía modernizar el país, no desposeer a las clases dirigentes. La propiedad de la tierra fue transferida a los campesinos, pero a cambio de un fuerte impuesto estatal en moneda (3% del valor de la tierra) en parte iba destinado a indemnizar a los señores feudales.
Su industrialización tuvo tres bases principales, el impulso gubernamental, la falta de competencia de otros países de su zona geográfica y la disponibilidad de materias primas que contaban con una demanda exterior muy fuerte y creciente: la seda.
La contribución del gobierno fue por una parte indirecta, a través de la rápida modernización del conjunto de la economía. Sin embargo, lo que distingue más la industrialización japonesa es la intervención directa del estado, que importó técnicos y financió empresas modelo en varios sectores.
La presión impositiva sobre el campesinado tenía que financiar también las indemnizaciones a los antiguos señores feudales. Ello impedía la formación de un mercado nacional suficiente. Para mantener la aportación estatal de capital se recurrió a un fuerte aumento de la deuda pública y el incremento de la emisión de papel moneda no convertible, que generaró inflación y una relación violenta conocida como rebelión Satsuma (1876).
La respuesta fue un cambio drástico de la política económica (1881). El gobierno vendió a particulares las fábricas creadas en la etapa anterior, incrementó los impuestos agrarios y llevó a cabo una política monetaria deflacionista, presidida por la creación del Banco de Japón (1885) que obtuvo el monopolio de la emisión de billetes.
La industria de bienes de producción quedó prácticamente estancada, hasta que en 1896 las presiones militares forzaron una nueva intervención del estado con la creación del complejo siderúrgico de Yawata (operativo en 1901). El crecimiento industrial fue posible gracias a la conquista de mercados exteriores usando una doble vía. Por una parte, mediante la competitividad: los productos japoneses resultan baratos porque disponía de mucha mano de obra. Según Sugiyama (1988), el comercio exterior japonés tiene dos caras, por una era un país atrasado para Europa y Estados Unidos, en cambio, respecto a Asia era un país exportador de productos industriales de consumo e importador de materias primas. La otra vía fue la violencia, Japón emprendió una política de ocupación de territorios para convertirlos en colonias, de donde podría tener minerales y materias primas y donde podía vender productos industriales. El gasto militar, que consumía el 13% del presupuesto de 1880, alcanzaba 42,5% en 1910.
El modelo de crecimiento industrial japonés, basado en el capital exterior y la expansión militar, volvió a comportar deuda e inflación. Pero la oportunidad llegó con la Primera Guerra Mundial, cuando los productos japoneses pudieron introducirse sin competencia en los mercados orientales, desabastecidos por los occidentales.
Pese a los esfuerzos del estado, la industrialización de Japón lo fue importante hasta el golpe de suerte que comportó para el país su neutralidad durante la Primera Guerra Mundial.





3.1. Los procesos tecnológicos.
A pesar de la importancia de los materiales la característica más distintiva de la segunda revolución tecnológica es el uso de una nueva fuente energía, el petróleo, y de una nueva forma de energía, la electricidad. La importancia del petróleo procede de su uso como carburante de un motor nuevo, el motor de combustión interna. En este la energía se consigue por una serie de pequeñas explosiones coordinadas en el interior de los pistones, los cuales mueven los émbolos que transmiten el movimiento circular a un eje. El invento básico sobre el alemán N.A. Otto en 1876. Comparado con la máquina a vapor, las principales ventajas son sus dimensiones menores, una mayor seguridad y limpieza y una gran adaptabilidad, ya que puede ser usado con poca o mucha potencia, de forma intermitente y en cualquier lugar. Los primeros motores a gasolina fueron construidos en 1885 por Rudolf Daimler en Gran Bretaña y por Karl Benz en Alemania. 10 años de intensas pruebas darían rápidamente  con la aparición del motor diesel (1895) y del primer automóvil Ford (1896).
El automóvil representa la culminación de la segunda revolución tecnológica, como el ferrocarril lo fue a la primera revolución industrial.
Otra de las innovaciones de la segunda revolución tecnológica en el mundo del transporte fue la aviación (primer vuelo a través del canal de la mancha en 1909), hasta la Primera Guerra Mundial fue sobre todo una actividad deportiva, que pasaría a militar durante el conflicto.
El petróleo se convirtió en la principal fuente de energía mundial. Esta situación no empezó a cambiar hasta 1973, cuando la guerra entre israelíes y árabes hizo que los precios del petróleo se triplicaran, esto lleva que creciera el uso del gas natural, un producto más barato, de una transformación menos contaminante y más fácil de transportar y de almacenar. Estas ventajas han permitido cambiar el petróleo por gas natural en los usos industriales y domésticos, pero no en el transporte.
La primera aplicación práctica de la electricidad fue en el mundo de la comunicación (el telégrafo), un paso más en la misma dirección lo representa el teléfono (Bell, 1876). Mucho más importante fue la telegrafía sin hilos (radiotelegrafía), que permitió en un primer momento un enlace inmediato con los barcos en altamar, y a partir de los años 1920, la emisión radiofónica abierta, la radio. En los años 30 apareció la televisión. Sin embargo, lo que convirtió a la electricidad en la principal innovación tecnológica del siglo XX fue su aplicación en la iluminación, al motor eléctrico y la electroquímica.
La electricidad se tenía que obtener de un motor primario mediante la aplicación de un generador eléctrico (el primero que fue eficiente fue la dínamo de Gramme, 1872). El desarrollo de la turbina de vapor de Parsons (1884) mejor aprovechamiento de los procesos térmicos para la producción de electricidad.
La producción de electricidad también se puede realizar a partir de la energía hidráulica. Primero se aprovechan los saltos que movían molinos de otras instalaciones industriales, pero muy pronto se buscaron saltos de agua o se construyeron embalses que permitían potencias muy superiores. El problema inicial para él aprovechamiento eléctrico de la energía hidráulica era la fuerte pérdida de fluido eléctrico en el traslado a largas distancias. Sólo los pueblos próximos a corrientes de agua adecuadas podían utilizar la energía hidroeléctrica. La transmisión de electricidad a larga distancia fue posible cuando se comprobó que las pérdidas de transporte eran inversamente proporcionales a la tensión a la que era transmitido el fluido eléctrico y, por lo tanto, que estás disminuían si él transporte se realizaba en líneas de alta tensión. Las primeras líneas de alta tensión se experimentaron con éxito en 1891 en Alemania.
Una forma más reciente de obtención de energía eléctrica son las centrales nucleares, basadas en la energía derivada de la fisión del átomo de uranio. Las primeras centrales nucleares empezaron a funcionar a mediados en la década de 1950 y su construcción se difundió rápidamente en los 60 y 70.
Las grandes ventajas de electricidad son: la flexibilidad, transmisibilidad y la divisibilidad. El fluido eléctrico se puede transformar alternativamente en luz, calor o en fuerza de manera sencilla y mediante transformadores pequeños y limpios. Puede ser transportado por dentro de las fábricas y de las casas a través de cables finos y flexibles y su potencia puede dividirse hasta ajustarla a las necesidades de cada usuario.
Las principales aplicaciones de la electricidad se desarrollaron rápidamente. En la iluminación, el arco voltaico (1857), útil para grandes potencias lúminicas y pronto se vio complementado con la bombilla eléctrica inventada por Edison en 1879. Sin embargo la aplicación más trascendente fue él motor eléctrico. Su primera aplicación puede transporte. En 1879, Siemens presentaba en Berlín el primer ferrocarril eléctrico (tranvía). Las ciudades rápidamente adoptaron el nuevo medio de transporte que se amplió a los alrededores. A finales del siglo XIX la grandes ciudades incorporaron el metro (Londres 1890, varios 1898). El motor eléctrico también supuso la aparición de los electrodomésticos.




3.2. La revolución demográfica.
La segunda revolución tecnológica coincide en los países avanzados con el fin de la transición demográfica y con la implantación del ciclo demográfico moderno, caracterizado por unos índices de natalidad y mortalidad bajos. En la disminución de mortalidad se pueden distinguir tres fases. La primera los hechos determinantes son muy difusos: ligero modo de criar a los niños y algunos avances higiénicos, medidas públicas para evitar la propagación de epidemias, mejoras en el abastecimiento, etc. En la segunda fase, el factor determinante es el aumento de la renta. En la tercera el factor determinante es la mejora de la sanidad y la medicina.
Según Livi Bacci (1990), el descenso de la mortalidad en Inglaterra y en Italia entre 1881 y 1951 responde a unas causas parecidas aunque sean dos países tan diferentes. El principal factor en la disminución de la mortalidad infantil y juvenil gracias al control de enfermedades infecciosas del aparato respiratorio o del aparato digestivo.
Sin embargo, el ciclo demográfico moderno no comienza hasta que el descenso de la mortalidad no viene acompañado por un descenso de la natalidad. Este descenso de la natalidad llega prematuramente en Francia (1800) pero en países avanzados como Gran Bretaña, Suecia o Estados Unidos llega entre 1870-1880. Para los otros países europeos esto llega sobre 1920. En el este de Europa y en Japón, la natalidad comienza a descender a principios del siglo XX y el proceso se puede dar por finalizado después de la Segunda Guerra Mundial. En el tercer mundo este descenso se inicia entre 1960-1970. El descenso de fertilidad se produce básicamente por la limitación intencionada de nacimientos mediante el uso de anticonceptivos o el aborto.
Los problemas demográficos en los países ricos proceden de la baja natalidad. En 1930 algunos países no alcanzaban los dos hijos por mujer, hecho que produce un descenso de la población. La recuperación de esta crisis fue debida a razones económicas. En los años posteriores, el índice de producción creció debido a la disminución de la soltería definitiva y del avance de la edad para el matrimonio. El nuevo descenso en los años 70 tiene razones diferentes, relacionados con la nueva forma de concebir los conceptos de familia, trabajo y ocio. Los resultados de estas nuevas pautas de comportamiento demográfico son, por un lado, el envejecimiento de la población y, por otro, la falta de mano de obra para los oficios más incómodos y menos remunerados, que exigen el recurso de la inmigración.
El temor es que se produzca un estancamiento incluso un descenso de la demanda, un aumento del índice de dependencia de la población no trabajadora respecto la trabajadora y una reducción en la calidad de la fuerza de trabajo.
Los países pobres tienen en común un crecimiento que a partir de 1930 duplica con creces los índices más elevados nunca obtenidos en los países avanzados. Se ha tendido a pensar que el crecimiento de la población impide el desarrollo económico y condena esos países a una renta descendente.Wrigley (1985) habla de "un complejo equilibrio entre dificultades y oportunidades." La disponibilidad de tecnología extranjera, de la misma forma que responsables del descenso de mortalidad y por lo tanto del aumento de población, ofrece también posibilidades de crecimiento.





3.3. La gran empresa y los sistemas financieros.
La fabricación mediante piezas estándar alcanza su perfeccionismo en el trabajo en cadena y en la organización científica del trabajo o taylorismo. La mecanización del montaje equivalía convertir a los montadores en piezas de una máquina. Las propuestas de Taylor son de la década de 1880, aunque no se llevaron a cabo hasta finales del siglo. Su primera aplicación se realizó en un sector inesperado, los mataderos de Chicago, aunque el hecho más importante fue que Ford lo adoptó en su nueva fábrica de Detroit en 1904.
La cadena de montaje permite contratar personal no especializado, que con una pequeña formación en la fábrica resulta capacitado para realizar la mayor parte de las operaciones, lo que repercute en una reducción de costes de producción. Los inconvenientes son la descalificación del trabajador y el aumento de la fatiga tanto física como mental, de modo que fue necesario reducir la jornada laboral y aumentar los salarios.
La aparición de redes ferroviarias, la navegación a vapor y los camiones comportaron una disminución de costes, esto hizo que aparecieran mercados más grandes, que posibilitaban la existencia de empresas mayores. Estas empresas se vieron obligadas a introducir cambios en su organización: de cara al exterior, con la creación de nuevos tipos de empresa y de agrupaciones empresariales, internamente mediante transformaciones en la organización de la producción y la comercialización, así como la introducción de la investigación dentro de las empresas.
La característica principal de las condiciones del mercado de la segunda revolución tecnológica es la aparición de la gran empresa, dedicada a la producción y distribución en masa, que le permite aprovechar las economías de escala en la producción y en la velocidad de circulación del capital (Valdaliso y Lopez, 2000). La lógica de la gran empresa conduce a la integración tanto vertical como horizontal, en ambos casos se trata de evitar la competencia, tanto para obtener materias primas o los productos intermedios, como para vender sus productos propios.
La lógica de la especialización hacia que al mismo tiempo surgieran empresas especializadas en el comercio para empresas: los mayoristas que su dominio principal eran las materias primas, los productos que muchas empresas necesitaban en cantidades pequeñas y los productos encargados por los tenderos en pequeñas cantidades y de gran variedad.
Las mejoras en la producción hicieron que muchos sectores industriales tuvieran exceso de capacidad productiva, con secuelas como el descenso de los precios y de beneficios y el hundimiento de las empresas menos competitivas. Para evitar la competencia se incrementó la doble tendencia a la concentración de los acuerdos entre empresas.
La concentración de empresas se produce a partir de la absorción, que es la adquisición de una empresa por otra, o por fusión, donde dos o más empresas ponen sus activos en común y pasan a formar una sola empresa desde punto de vista del capital y de la toma de decisiones.
La restricción de la competencia se puede realizar también por acuerdos entre empresas que mantienen la independencia de su propiedad y de su producción pero que llegan a un pacto para fijar la producción, los precios o la zona de actuación. Estos pactos son conocidos como los cárteles.





4.1. Mobilitats de bienes y factores.
La revolución industrial implicó cambios importantes en disponibilidad de productos de factores de producción, hasta el punto de revolucionar el conjunto de la economía. La finalidad de las economías industriales es producir para vender, lo que les hace dependientes del comercio, tanto interior como internacional.
La superación del cuello de botella que significaba la falta de transporte hizo posible un aumento de los intercambios muy superior al aumento de la producción. Como resultado, el comercio exterior per cápita se multiplicó por 25 a lo largo del siglo.
La integración de los mercados de factores de producción se produjo exportando factores de los lugares donde eran relativamente abundantes hacia los lugares donde eran escasos.
La gran emigración europea representa el mayor movimiento de población de toda la historia de la humanidad, la cantidad de capital que los países industrializados invirtieron en él exterior también representaba a una magnitud sin precedentes. En conjunto, la integración de los mercados implica la extensión del capitalismo a nivel mundial y el dominio del mundo por parte de los países capitalistas. El resultado fue que él surgimiento de una economía internacional centrada en Europa y en beneficio de Europa, principalmente por tres razones: el mayor valor añadido de los bienes industriales, la liquidación de las manufacturas tradicionales y un incremento de la dependencia del resto del mundo respecto a los países industrializados. El crecimiento del comercio es a la vez consecuencia y factor del desarrollo técnico y económico que representa la revolución industrial y su difusión. Consecuencia porque el desarrollo provoca la especialización que ha consecuencia, capas importantes de la población disponen de una mayor capacidad adquisitiva, gracias al aumento de ventas y descenso de los precios. Finalmente la industrialización pone a disposición del comercio medios de transporte mucho más eficaces y baratos que amplían las áreas de mercado. El incremento del comercio es también un factor de desarrollo porque  un incremento de los intercambios permite una mejor asignación de los recursos económicos y una mayor eficiencia, conseguida a través de la especialización y la difusión de la tecnología industrial. Por todo ello, el comercio se convierte también en un medio de transmisión del crecimiento económico de los países desarrollados al resto del mundo (Kenwood y Lougheed, 1972). El comercio se basa en la carencia de un bien o en la posibilidad de obtenerlo a precios inferiores de los resultantes de producirlos personalmente o de obtenerlos  en el mercado local. La diferencia de precios depende de los costes relativos de los factores de producción y de los costes de transporte. En el siglo XIX se observa que gran parte de los intercambios afectan a países con una dotación de recursos y unos costes de los factores parecidos.





4.2. La política comercial y el imperialismo.
Convencidos de la superioridad del capitalismo y la civilización occidental, y estimulados por las posibilidades de negocio, los países industrializados crearon mecanismos de dominación directa o indirecta sobre el resto del mundo, sin reparos para recurrir la fuerza en caso necesario.
Esta imposición fue gradual, pero al final del siglo XIX abarca todo el mundo. Sin embargo, hasta mediados del siglo XIX el mundo colonial (formal o informal) se reducirá las colonias de poblamiento, con predominio de población blanca, a colonias comerciales, y en enclaves costeros. Los países industrializados demostraron su superioridad para imponerse al resto del mundo y este predominio representó la formación de nuevas colonias.
La penetración del capitalismo se buscó y en parte se consiguió mediante el comercio pero cuando el comercio encontraba obstáculos, se recurría a a la fuerza. Este dominio de los países industrializados sobre el resto del mundo se conoce como imperialismo.
10 países controlaban la mayor parte del mundo. El punto de inicio del resto del mundo fue la conferencia de Berlín de 1885, en la que se acuerda que toda potencia establecida en una costa podía avanzar hacia el interior hasta que se encontrara el establecimiento de otra potencia colonial. Así se daba pistoletazo a la carrera de la colonización.
El dominio de sus territorios no se llevó a cabo mediante la inmigración de población metropolitana, sino a través de la sujeción de la población indígena, principalmente mediante el ejército y la administración. La población metropolitana se reducía a estos funcionarios de administración.
El imperialismo empieza en Europa con el dominio de algunos estados sobre pueblos sometidos. Así, el imperialismo colonial surge a imitación del imperialismo ruso, austriaco, alemán o turco.
Las razones de la carrera por el dominio del mundo las encontramos en los descubrimientos de diamantes y oro y en la competencia creciente entre los países industrializados, debido al exceso de producción y la escasez de la demanda como consecuencia de la depresión económica (1873-1895). También hay razones políticas y económicas. En las políticas el miedo a quedarse atrás en el dominio de puntos estratégicos y el prestigio social que se obtenía tras las conquistas coloniales. En las razones económicas destaca la explotación de la riqueza vía impuestos, explotaciones mineras de comercialización forzada de los productos, así como la reserva de mercado para las inversiones y los productos industriales de la metrópolis y una inversión rentable segura para el capital.
Las políticas gubernamentales oscilan entre el aprovechamiento de los beneficios de la libertad de comercios (librecambismo) y los intentos de preservar la producción propia encareciendo la entrada de productos extranjeros (proteccionismo).
La aceleración del crecimiento comercial, de 1847-1868, muestra una tasa de crecimiento superior al 5% anual (representaba duplicar el valor del comercio en 17 años). Este impulso comercial se vio reforzado por la adopción de librecambismo en Gran Bretaña y su difusión a otros países. Sin embargo, el gran momento librecambista no llega hasta 1860 por el tratado de Cobden-Chevalier entre Gran Bretaña y Francia. En la difusión de librecambismo desempeñó un papel muy importante la cláusula de nación más favorecida. Mediante esta cláusula, un país concedía una rebaja automática de los aranceles pactados si un tercer país obtenía  una tarifa más baja.
Entre los años 1873 y 1895, las economías capitalistas se vieron afectadas por una etapa de crecimiento desacelerado a causa de una crisis de sobreproducción que se tradujo en una crisis financiera. Esta se inició con la caída de la Bolsa de Viena en 1873 que se contagió a las demás bolsas, provocando la quiebra de gran cantidad de bancos y de compañías ferroviarias. Para salir de aquí sí se aprobaron dos vías: la defensa de la producción nacional a través del proteccionismo y el progreso técnico. Este proteccionismo de finales del siglo XIX no era tan elevado aunque era un proteccionismo global que afectaba al mismo tiempo a la producción industrial y la agraria y era también mucho más selectivo, tanto para los productos que afectaba como porque mediante tratados bilaterales tendía a privilegiar las relaciones comerciales entre los países firmantes, que se hacían excepciones mutuas en las tarifas de importación. Sin embargo, el rasgo más característico del retorno al proteccionismo fue su transformación en nacionalismo económico. Ya no se trataba de defender la producción propia de la competencia extranjera, sino de poner la fuerza del estado en todos los ámbitos.




4.3. El sistema internacional de pagamentos: el patrón oro.
A partir de 1870 las principales potencias comerciales abandonaron rápidamente los patrones Plata y se pasaron al patrón oro. Ello facilitó la creación y el funcionamiento de un sistema monetario internacional de pagos el patrón oro.
La formación del sistema del patrón oro significó una importante mutación. A mediados del siglo XIX sólo tenían un sistema monetario patrón oro Inglaterra y Portugal, el resto de países tenían un sistema mono metálico plata o bien un sistema bimetálico. El origen del patrón oro en Inglaterra fue casual. Ante la llegada de oro del Brasil vía Portugal, en 1717 Isaac Newton, que era el director de la ceca de Londres, fijó una nueva ratio legal más baja, aunque no en grado suficiente, ya que la afluencia de oro la continuaba abaratando en los mercados metálicos. Por lo tanto, de acuerdo con la ley de Gresham jugar golf en las importantes, la plata desapareció de la circulación. Para evitar su desaparición total las monedas de plata se acuñaron con un peso inferior a su patrón legal.
La adopción legal del patrón oro se produjo en 1816: el contenido en oro de la libra se mantuvo en la cantidad fijada por Newton y sólo se podían pagar en plata cantidades inferiores a dos libras esterlinas.
La difusión del dinero bancario hacía que las economías nacionales pudieran funcionar con una menor cantidad de moneda metálica fuerte. Sin embargo, lo más importante fue que la libra oro inglesa era la base principal del comercio internacional. El paso fue más lento de lo que se podía esperar porque el monometalismo oro tenía efectos deflacionistas, que comportaron resistencias al abandono sobretodo en EEUU. De hecho, en 1878 Estados Unidos, intentó reunir una conferencia monetaria internacional con el objetivo de volver al bimetalismo, pero fracasó ante la oposición de Gran Bretaña y Alemania (Eichengreen, 2000).
La liquidación internacional de pagos llegó a finales del siglo XIX a un alto grado de perfeccionamiento que facilitaba mucho los intercambios. Es lo que se domina "sistema internacional de pagos de patrón oro", que disponía de unos mecanismos de compensación que evitaba los desajustes o los reducían, hasta el punto que se llegó a pensar que la economía mundial se autorregulaba mediante los mecanismos monetarios.
Según la teoría del patrón oro, la cotización de las letras de cambio tiene importantes efectos de equilibrio sobre las diferentes economías nacionales. Si el mecanismo de autorregulación era insuficiente, el patrón oro aún disponía de dos mecanismos secundarios para volver al equilibrio económico: la salida de oro para pagar el déficit de los países deudores con los países acreedores y las variaciones en el tipo de interés. La salida del oro significa para el país deudor la disminución de las existencias en metálico, si se dispone de menos oro en apoyo de la moneda propia, hay que disminuir la emisión de papel moneda y el crédito. Se genera así una deflación, la caída de los precios interiores, y un encarecimiento de los productos exteriores. Así, el país importará menos y exportará más y volverá de este modo al equilibrio de la balanza de pagos. En la modificación del tipo de interés, una subida del tipo de interés pagado a los depósitos bancarios o exigidos a los créditos tiene un doble efecto sobre la reserva de oro. Por una parte, atrae oro internacional y extranjeros en búsqueda de una remuneración más alta, y por otra, reduce la oferta y la demanda de créditos, y por tanto el dinero bancario. A la inversa, si el Banco Central opina que tiene exceso de oro, baja el tipo de interés, expulsado oro y aumenta así la demanda de crédito y la actividad económica. Este conjunto de decisiones equilibrantes se conocían como las reglas del juego (Eichengreen, 2000). En cuanto a los tipos de interés Eichengreen da varias razones por las que los bancos centrales evitan subir los tipos de interés cuando según las "reglas del juego" hubiera correspondido a hacerlo. Un banco central sólo podía tomar esta decisión si disponía de una posición predominante en el mercado. Asimismo estas medidas normalmente desencadenaban subidas parecidas en los demás países de modo que el efecto equilibrante se anulaba. El resultado era que todos los bancos seguían al líder, es decir, al banco de Inglaterra.
Según Eichengreen (2000) la base principal del patrón oro antes de la Primera Guerra Mundial era la prioridad que los gobiernos concebían al mantenimiento de la convertibilidad de la moneda, es decir, el compromiso de pagar en oro los billetes de banco o las deudas estipuladas en su moneda.
La estabilidad proporcionada por el patrón oro beneficiaba especialmente a los países centrales de la economía mundial. La situación de los países periféricos era más insegura.
Los acontecimientos políticos no contribuían al mantenimiento del sistema patrón oro: en el interior de cada país por la aparición de los partidos socialistas o laboristas, defensores de los intereses de las clases trabajadoras y en el ámbito internacional, por el aumento de incidentes, incluso militares, entre Francia, Alemania y Gran Bretaña que desembocaría en la Primera Guerra Mundial. A no ser que pudiera reformarse a fondo, el sistema patrón oro tenía fecha de caducidad, aunque fue destruido antes por la guerra (Eichengreen, 2000).






5.1. Las consecuencias del conflicto: deuda y cambios territoriales.
La guerra duró cuatro años y supuso la movilización de 65 millones de combatientes. Acabaron muriendo 8 millones de personas y hubo 7 millones de incapacitados. Además, por su edad, los fallecidos forman parte del sector de población más productivo.
Ha habido varios intentos de calcular los costes de la guerra. Los principales son el de Bogart, que presenta la cifra de 338.000 millones de dólares, equivalentes a 508.352 t de oro, entre costes directos e indirectos. Lewis propone un cálculo más sencillo, basado en el tiempo para recuperar la renta anterior a la guerra, que se calcula en unos ocho o nueve años desde el inicio del conflicto (Hardach, 1986). Pero esta afirmación no tiene en cuenta el deterioro de las condiciones de vida y de trabajo que se vivieron durante el conflicto y en los años de reconstrucción.
La guerra comportó un descenso de la importancia de la economía europea dentro de la economía mundial.
El principal problema al que se tuvo que enfrentar Europa en el momento de la reconstrucción era la falta de capital. A los capitales invertidos en la guerra y a las deudas pendientes se sumaba el desorden monetario derivado de la abandonó del patrón oro y, para los vencidos, el peso de las reparaciones.
La guerra se financió en todos los países mediante el aumento de impuestos, el endeudamiento del gobierno y la expoliación de los territorios ocupados, aunque en proporciones diferentes en cada país. De las tres maneras, la más importante por sus consecuencias posteriores con el endeudamiento. Todos los estados, incluso los neutrales, suspendieron la convertibilidad de billetes en circulación, ya que no lo podían asegurar, y se paralizó así el patrón oro.
En el tratado de Versalles sólo se firma la paz con Alemania. El conjunto de tratados de paz, firmados sobre cada país vencido, tiene dos aspectos principales: la imposición de sanciones económicas a los vencidos, considerados iniciadores y culpables por lo tanto de la guerra, y los cambios fronterizos, que afectaron sobre todo la Europa oriental.
Cuando aún se estaba negociando la cantidad y las formas de pago de las reparaciones, Keynes escribió un libro sobre "las consecuencias económicas de la paz (1919)" en el que consideraba que las reparaciones que se proponían eran económicamente irracionales y políticamente imprudentes, y advertía del peligro y de la imposibilidad de que Alemania pudiera hacer frente a ellas. Keynes ponía de relieve además del endeudamiento del estado, el sufrimiento del pueblo alemán durante la guerra, el empobrecimiento de la posguerra, el malestar social y el peligro de una revuelta bolchevique.
El problema de las reparaciones de la guerra provocó discrepancias y resentimientos entre Alemania, por un lado, y Francia y Bélgica, por otro. El hecho de que los pagos se hubiesen relacionado con la capacidad de pago de Alemania y sobre los gobiernos alemanes no estimularán políticas de estabilización ni de crecimiento, cuyos frutos se deberían haber destinado en gran parte al pago de la reparaciones (Eichengreen, 1992). De hecho, Alemania difirió tanto como pudo el pago de las reparaciones, hasta tal punto que los aliados ocuparon dos veces partes del territorio para forzar al gobierno alemán a cumplir con los compromisos impuestos. La más importante fue la ocupación del año 1923, por parte de Francia y Bélgica, del distrito minero de Rhur, con idea de cobrar en especie. Sin embargo, la resistencia pasiva de la población no frustró el intento y la mediación de Gran Bretaña y Estados Unidos forzó la retirada y el compromiso de pagar con unas condiciones más ventajosas, el denominado "plan Dawes (1924)".
Tras la crisis de 1929 se volvieron a suavizar las condiciones de pago (plan Young, 1930) y al año siguiente, el presidente de Estados Unidos declaró una moratoria sobre las indemnizaciones de guerra, que de hecho dejaron de ser reclamadas. Como afirma Temin (1995), Alemania logró evitar el pago de las reparaciones mediante una serie de maniobras económicas y políticas que le permitieron aplazar gran parte de los pagos hasta que se abandonó la exigencia de las reparaciones.
Los tratados de paz significaron una transformación del mapa político de Europa. Se crearon seis estados nuevos (Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y Checoslovaquia) o siete si contamos a Irlanda, independiente en 1921.
En la Europa oriental se produjo el desmembramiento definitivo del imperio turco, la reducción de la austeridad y Hungría a dos estados independientes y la ampliación del territorio de Serbia, que pasa a llamarse Yugoslavia, de Rumania y de Italia. En la Europa occidental, el cambio principal fue el retorno de Alsacia y Lorena a Francia. Los nuevos estados se tenían que enfrentar al creciente paro en un momento de fuerte aumento de población y de cierre de la válvula que tradicionalmente había representado la emigración, cuya cifra se redujo a una tercera parte del anterior de la guerra. La solución se buscó principalmente a través de las reformas agrarias y de las políticas industrializadoras.
Los nuevos países eran economías básicamente agrarias. La población agraria sólo era inferior al 50% en Austria y Checoslovaquia, mientras que superaba 80% en Bulgaria, Rumania o Yugoslavia. Las políticas de reforma agraria posteriores a la Primera Guerra Mundial afectaron el 28% del territorio europeo y al 36% de la población. Las razones de estas reformas eran económicas, aunque sobre todo sociales y políticas. La pretensión de las reformas era ofrecer tierras a los desposeídos, pero por desgracia, algunos errores de planteamiento y dificultades de ejecución y financiación hicieron que muchas de estas reformas fueran poco eficaces e incluso en algunos casos contraproducentes. El lugar en el que la reforma funciona mejor fue Checoslovaquia, donde no se basó en un repartimiento indiscriminado sino en la formación de exploraciones viables. En definitiva, la reformas agrarias fueron viables cuando se realizaron con criterios económicos y no lo fueron cuando predominaron criterios sociales o intereses políticos.







5.2. Los problemas monetarios.
La guerra hizo de todos los países menos Estados Unidos y los neutrales, vieran disminuir sus reservas de oro mientras aumentaba la cantidad de dinero en circulación, de modo que la moneda se convirtió en fiduciaria no sólo porque los estados suspendieron la conversión de los billetes en oro durante la guerra sino también porque tras la guerra no disponían de suficiente oro para asegurar la convertibilidad de los billetes. Tras la guerra se estableció un sistema de cambios fluctuantes, es decir, de niveles cotización de las monedas en los mercados internacionales, se gastó más energía para la especulación monetaria que en crear las condiciones para la normalización del comercio. El desorden monetario tuvo varias causas: el desconocimiento de la situación real de cada moneda, la repentina retirada del crédito por parte de Estados Unidos a sus aliados y las reparaciones exigidas a los vencidos.
El retorno al patrón oro se planteó en la conferencia de Génova de 1922, convocada por Francia y Gran Bretaña, donde querían implicar a Estados Unidos pero éste no aceptó. Que no participará Estados Unidos y la hiperinflación alemana del año posterior hicieron que la reunión fuese poco eficaz, pero el retorno, más espaciados, al patrón oro se realizó siguiendo los pasos de la conferencia de Génova de 1922.
La hiperinflación alemana fue la más elevada que la que tuvo más consecuencias para la economía mundial. Al finalizar la guerra el marco alemán valía 1/10 de su valor anterior, pero la moneda no paraba de perder valor hasta llegar a ser una billonésima parte del marco oro en noviembre de 1923. La responsabilidad de la hiperinflación fue debatida por dos tipos de escuela. Según la escuela de la balanza de pagos, la hiperinflación se originó en el descenso del valor del marco en el mercado exterior de cambios a causa de la abundancia de oferta de marcos en el mercado como consecuencia del pago de las reparaciones y del déficit de la balanza comercial. Según la escuela del déficit presupuestario, la causa de la hiperinflación radicó en la falta de voluntad y de consenso para equilibrar el presupuesto, tanto incrementando los impuestos como disminuyendo los gastos.
Sólo cuando la inflación se disparó (mitad de 1922), la baja capacidad de compra interior hizo aumentar los stocks de las empresas y provocó el descenso de la producción, al mismo tiempo el incremento desmedido de los precios obligaba a indexar los sueldos sobre los precios, de modo que la inflación acabó por deprimir la actividad económica.
La estabilización monetaria que empezó en noviembre de 1923 cuando el gobierno fijó la tasa de cambio del marco en 4.200.000.000 de marcos por dólar. En la solución de la crisis también fue importante la intervención de las otras potencias, especialmente Estados Unidos ya que fue definitiva, el gobierno norteamericano aceptó vincular el problema de la deuda inter aliada a las reparaciones, suavizando las exigencias de uno y del otro. Es lo que llamamos plan Dawes (1924). El empresario Dawes permitió volver al patrón oro a través de una moneda nueva, el reichmark , con el mismo valor que el antiguo marco oro y equivalente a 1 billón de Marcos papel. De esta manera, Alemania fue de los primeros países que volvió al patrón oro.
El gobierno y el parlamento británicos no dudaban de la necesidad de volver al patrón oro. Los estadistas y financieros tenían como prioridad principal recuperar el papel de Londres como centro económico mundial. Pero esto requería reducir la circulación monetaria hasta recuperar la relación entre oro y moneda circulante existente antes de la guerra. Por lo tanto, era necesario retirar billetes de circulación a través de los mecanismos: el superávit presupuestario y la reducción del crédito. Pero como decía Keynes, la situación de la economía británica no justifica la recuperación de la paridad de la libra.
A pesar de que llegó a la paridad de antes de la guerra, Londres no recuperó la primacía financiera, que se había trasladado a Nueva York.
La política monetaria francesa fue al revés que la británica. Aunque el objetivo también era llegar al patrón oro, tanto la situación política como la económica hicieron que la política monetaria tuviera un papel más secundario en la actuación gubernamental, que no pudo evitar una fuerte inflación y acabó volviendo al patrón oro con una paridad que reflejaba la nueva relación entre la moneda en circulación y las reservas de oro disponibles. El franco volvió al patrón oro en 1926 con una paridad de una quinta parte del valor anterior a la guerra.
La segunda mitad de los años 20 estuvo presidida por políticas monetarias restrictivas, cuya finalidad era la preservación del patrón oro a partir de la idea de que el mantenimiento de este primer requisito para la prosperidad.
En los años 20 había una concentración de oro mucho más elevada, en poder sobre todo de Estados Unidos y secundariamente de Francia. Entre los dos países disponían de 60% del oro monetario, a pesar de que no representaban una proporción más alta ni de la producción ni del comercio mundial. El retorno al patrón oro se hizo en condiciones de ausencia de liderazgo y de cooperación típicas de la etapa posterior a la primera guerra mundial, que dificultaron su funcionamiento. Los problemas más importantes del funcionamiento del patrón oro tras la Primera Guerra Mundial la menor flexibilidad de los mercados de trabajo y del comercio internacional y la excesiva dependencia de la economía respecto a los flujos de capital a corto plazo.
El patrón oro restablecido funcionó mal y durante poco tiempo ya que los mecanismos de ajuste eran inadecuados y no restablecían el equilibrio del sistema. El patrón oro fue rápidamente liquidado por la depresión de los años 30 (Eichgreen, 2000).








5.3. Recuperación y crecimiento desequilibrado.
A pesar de la reconstrucción europea tras la guerra y de las derivadas de problemas monetarios, los años 20 fueron en general años de crecimiento, aunque muy desequilibrado y en un marco económico y político inestable.
Una vez finalizada la guerra, el crecimiento fue general, aunque hubo fuertes diferencias relacionadas con la diversidad de políticas monetarias. Los países que en 1929 habían crecido más respecto a 1913 fueron Suiza y Japón, y los que menos Gran Bretaña y Australia.
A partir de 1919, la mayoría de los países occidentales adoptaron la jornada de trabajo de ocho horas. Podríamos decir que una parte de la mejora de la productividad fue destinada a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Por otro lado, el hecho de que el aumento de la productividad era más intenso significa que el efecto de las innovaciones técnicas fue más eficaz en estos años que en la primera fase de la segunda revolución tecnológica.
Los problemas más importantes eran un desajuste cada vez más intenso entre la oferta y la demanda de los productos primarios que provocaron la caída de los precios relativos de estos productos respecto a los manufacturados, y de un desequilibrio en la distribución de la renta a favor de los más ricos en la mayoría de países. Éstos problemas son la base de la grave crisis de los años 1930.
La difusión de la segunda revolución tecnológica fue un factor decisivo para el crecimiento económico de entre guerras. La investigación y la producción masiva para la guerra habían permitido importantes mejoras en los procesos de producción y de transporte. Sin embargo, estos factores favorables al crecimiento se vieron frenados por la existencia de muchas instalaciones obsoletas o excesivas para la demanda existente o previsible de las que no se podía prescindir si se quería que el desempleo aumentará.
Los dos sectores más importantes para el crecimiento de los años 20 fueron la electricidad y los vehículos de motor que además generarán una fuerte demanda de productos varios relacionados con ellos (petróleo, hierro, bombillas, carreteras, etc.). El crecimiento industrial fue importante en todas partes. De hecho, la posguerra fue un periodo de alto índice de desempleo debido a la mecanización de las nuevas industrias y las dificultades de las tradicionales, al igual que a las políticas deflacionistas adoptadas para volver al patrón oro o para asegurar su mantenimiento.
La creación de nuevos estados debería haber hecho crecer el comercio internacional, pero la transformación en comercio exterior de una parte de lo que anteriormente se consideraba comercio interior no fue suficiente para superar los factores de depresión de los intercambios internacionales. Hasta 1924 no se recuperó el nivel anterior a la guerra. Posteriormente, se superó, pero el crecimiento de los intercambios internacionales quedó muy por detrás del crecimiento de la venta durante estos años.
El proteccionismo, dominante ya antes de la guerra, se incrementó posteriormente por varias razones:
1-     el aumento de la competencia internacional, consecuencia del progreso técnico y del abaratamiento de los transportes.
2-     Las dificultades de muchos países para equilibrar sus balanzas de pagos.
3-     El nacionalismo económico, que defendía la industrialización de cada país como forma de crecimiento económico y de impulso al empleo.
4-     El ejemplo de los países la cabeza: Estados Unidos con una balanza de pagos muy favorable, incrementó sus aranceles en 1921 con el objetivo de evitar las importaciones baratas impulsadas por la pérdida de valor de las monedas europeas. Incluso Gran Bretaña abandonó librecambismo en 1921.
El mercado internacional de capitales experimentó cambios radicales en los años 20 en relación a lo que había sido habitual en las décadas anteriores a la Primera Guerra Mundial. El principal país inversor internacional en los años 1920 por Estados Unidos. Francia, el Reino Unido y los otros países europeos quedaron relegados a una posición inferior. En el mercado internacional de capitales, Wall Street había desembarcado definitivamente a la City londinense.
Podemos concluir diciendo que la situación del mercado de capitales a finales de los años 1920 refleja perfectamente los desequilibrios que habían caracterizado al crecimiento económico durante toda la década. El nuevo equilibrio dependía del comportamiento de la economía estadounidense. Si está entraba en crisis, ese equilibrio precario se rompería y el mundo se vería arrastrado la depresión económica generalizada.





6.1. La crisis de 1929 y sus posibles interpretaciones.
Aunque existían signos de depresión en otras economías, los orígenes de la depresión de los años 30 se deben buscar en la evolución de la economía estadounidense. Las bases de la depresión de Estados Unidos son:
1-     la caída de la inversión como consecuencia de un doble impacto, el de la desaceleración de la demanda de la primera oleada de innovaciones de la segunda revolución tecnológica y el aumento de la productividad generado principalmente por la electrificación de la producción.
2-     A la adaptación de políticas económicas no adecuadas.
A principios de 1929 las cotizaciones bursátiles dejaron de subir y empezaron a caer más de prisa de lo que habían subido. Fue el desencadenante de "la gran depresión de los años 30".
Los precios agrarios mundiales habían empezado a descender a partir de 1925. A lo largo de 1929 por los países importantes, excepto Francia, vieron disminuir su actividad económica. El exceso de capital disponible en los años 20 en Estados Unidos y en otros países es la base de la especulación bursátil que provocó el crack de la Bolsa de Nueva York en octubre de 1929.
Los intereses de los bonos de guerra eran relativamente elevados y se convirtieron en una inversión segura para los capitales europeos que huían de la inestabilidad o de la falta de confianza en sus monedas. Sin embargo, como eran títulos de interés fijo, la única forma de hacerlos menos atractivos que la encareciéndolos, es decir, aumentando su cotización para que él interés real bajará. Puesto que al gobierno de Estados Unidos le convenía la retirada de los bonos de guerra, éste empezó comprarlos en bolsa. La demanda continuada hacia subir la cotización a niveles que inducían a vender. El problema fue que con estas compras, el gobierno de Estados Unidos añadió una cantidad de dinero importante a la circulación monetaria y que gran parte de este dinero se destinó a la compra de otros activos bursátiles, reforzando así las tendencias especulativas. La especulación se alimentó igualmente de otros factores como la propaganda y las facilidades para invertir en bolsa. Sin embargo, el factor más importante fue la costumbre de invertir a crédito. El broker aceptaba órdenes de compra con una parte del pago aplazado, una parte que podía alcanzar el el 90% de la inversión, el broker pagaba el resto, retenidas acciones como aval de la cantidad aplazada y utilizaba las mismas acciones como garantía para obtener crédito de prestamistas especializados o de los bancos, que a su vez podían obtener fondos de los bancos federales de reserva. Con este sistema, el dinero inyectado directamente en la bolsa tendría un efecto ampliamente multiplicador. Esto hizo que la especulación bursátil creciera desmesuradamente. Al mismo tiempo se iban produciendo ampliaciones de capital o misiones de nuevos títulos al mercado, algunos de los cuales no estaban respaldados por actividad productiva que justificara su inversión.
El índice de la bolsa alcanzó su punto más alto el 19 septiembre y comenzó a descender rápidamente a partir del 3 octubre. Las ofertas de compra se hicieron cada vez menos habituales, un síntoma de que ya no había inyección de capitales en la bolsa. Comenzó entonces el pánico y las prisas por liquidar las inversiones. Estas pistas resultaron fatales para la aceleración de la caída, multiplicada por los efectos del sistema de inversión a crédito. El descenso de las cotizaciones provocaba que los títulos depositados ya no cubriera la deuda con el broker y cuando éste reclamaba que se garantiza la suma debida, recibía órdenes de hacerlo con el producto de la venta de las acciones, de modo que se produjo una caída acelerada de las cotizaciones. El martes negro, el 29 octubre 1929, se ofrecieron en venta 29 millones de títulos, sin prácticamente órdenes de compra. A partir de ese momento la bolsa continuó cayendo hasta mediados de 1932 y según Madison (1981) no recuperó el nivel que tenía antes del crack hasta 1954.
La recesión financiera se convierte en depresión cuando ataca la producción. La crisis hace que la creación de nuevas empresas o las inversiones en bienes de equipo sea aún más escasa. Se produce así una crisis en el sector de bienes de equipo que se transmite al sector de materias primas. Una parte de las empresas quiebra o reduce su actividad, dejando muchos trabajadores en el paro. Finalmente, la disminución de la capacidad de compra de los parados transmite la crisis al sector de los bienes de consumo, creando así un nuevo ciclo involutivo.
Realistas (Keynes) y monetaristas (Friedman) han polemizado largamente sobre las medidas que la administración estadounidense tendría que haber adoptado para salir de la depresión. Mientras que los monetaristas piensan que se tendría que haber incrementado la masa monetaria para reducir la inflación, los keynesianos afirman que las políticas monetarias eran necesarias pero no suficientes, y que la salida de la depresión exigirá un aumento del gasto público a costa de aumentar el déficit público.





6.2. Las diferentes estrategias de salida.
En la salida de la crisis intervinieron tanto el reequilibrio del mercado, la actuación y estatales. Se reportó nacionalismo, la protección de la propia economía, las políticas de empobrecer al vecino, hasta llegar a la aberración que representa la autarquía. Las medidas adoptadas por los diferentes gobiernos en el intento de superar la depresión fueron relativamente parecidas. Básicamente, giraron en torno a cuatro aspectos: medidas monetarias, restricciones comerciales, suspensión de pagos de la deuda y medidas sociales.
Muchos países se vieron obligados a abandonar el patrón oro, devaluando sus monedas o prohibiendo la conversión de billetes en oro y/o prohibiendo la salida de oro. Algunos países de Latinoamérica, a Australia y Nueva Zelanda abandonaron el patrón oro tras el crack de la Bolsa de Nueva York. Sin embargo, el golpe de gracia al patrón oro lo representó el abandono en 1931 por parte de Gran Bretaña y los países de la órbita de la libra.
El abandono del patrón oro y la devaluación monetaria generaban inflación, incrementaban en términos reales la deuda externa y, en el interior, provocaban la oposición de los acreedores.
En la conferencia monetaria mundial de 1933 se hizo un último intento de mantener el orden monetario internacional pero lo único que se consiguió fue cancelar definitivamente las deudas de guerra y las reparaciones.
Las medidas para restringir la salida de divisas comenzaban con el control de cambios que liquidaba la tradicional libertad de circulación de capitales y mercancías. El ideal de esta política económica acaba siendo la autarquía cuyo resultado es el empobrecimiento general, el sacrificio en el altar monetario de las posibilidades de recuperación económica global.
En Estados Unidos las elecciones de 1932 las ganó Roosevelt con su campaña electoral bajo el lema New Deal. Su promesa era sentar la economía sobre bases nuevas. El New Deal hizo que la economía quedará sujeta a la política. Las soluciones aplicadas no siempre eran las mejores sílabas que el pueblo estadounidense estaba dispuesto a aceptar. Sin embargo, la legislación del New Deal tenía dos sólidos denominadores comunes: todas las medidas eran expansionistas que indicaban una clara decisión gubernamental de intervención en los asuntos económicos. En palabras de Roosevelt para activar la economía era necesario "establecer un control por parte del gobierno sobre la agricultura, la industria y los transportes con el objetivo de obtener la colaboración necesaria para aplicar un plan conjunto". Las palabras control y plan sirvieron al partido republicano para calificar al New Deal de procomunista. La tapa del New Deal se puede distinguir entre un primer New Deal dedicado a las reformas estructurales y un segundo New Deal que significaba un retorno a la competencia.
La actuación sobre la banca y la bolsa era imprescindible, aunque iba a resultar poco efectiva si no se acompañaba de otras propuestas y medidas. La prioridad era poner en marcha la economía estimulando el consumo a través del incremento de la masa monetaria y del gasto público.
El uso de la política fiscal como arma de reactivación económica habría requerido estimular la demanda reducir impuestos e incrementando el gasto para generar empleo.
El principal problema de la depresión era el paro y la administración Hoover tuvo que destinar cantidades cada vez mayores a la asistencia pública. La asistencia pronto se canalizó hacia programas de empleo, que tenían que cumplir tres condiciones: ser trabajos útiles, no competitivos con la iniciativa privada y el salario ofrecido tenía que ser mínimo. El resultado fue la construcción de 1 millón de kilómetros de carretera, 77.000 puentes, 285 aeropuertos y más de 100.000 edificios públicos.
Dado que Estados Unidos era un país básicamente industrial, el relanzamiento económico tenía que pasar por la recuperación económica. El instrumento diseñado para ello era la NIRA. El resultado fue poco satisfactorio. Algunos grandes empresarios como Ford no aceptaron los acuerdos con la NIRA y los consumidores se quejaban del alza artificial de precios que significaban. Finalmente, el Tribunal Supremo declaró la NIRA anticonstitucional en 1935.




6.3. Efectos políticos: rearmamiento y totalitarismo.
El primer estado fascista Italia, donde el partido nacional fascista de Mussolini ocupó el poder en 1922 aprovechando la situación de crisis posterior a la Primera Guerra Mundial. Italia había formado parte del bando vencedor, pero sólo cosechó derrotas y dificultades económicas.
Las medidas gubernamentales hicieron que la gente dejara de confiar en el sistema parlamentario como garante de sus ingresos y comenzaron a confiar la defensa de dichos intereses a las escuadras fascistas creadas por Mussolini en 1919, que con el apoyo explícito de la policía atacaban a los campesinos u obreros en conflicto contra propietarios o empresarios. El fascismo se proclamaba defensor de la tradición rural y contra el capitalismo plutocrático. En noviembre de 1921 Mussolini había fundado el partido nacional fascista que lo definía como "antidemocrático, anti parlamentario y antisocialista". La inoperancia del gobierno y la complicidad de la policía y de la monarquía permitieron la marcha sin obstáculos de las milicias fascistas sobre Roma, excusa para que el gobierno dimitiera y el rey entregará el poder a Mussolini que pronto se convertiría en dictador.
La política económica del fascismo italiano se puede dividir en dos etapas, separadas por la toma el poder de Hitler en Alemania en 1933. En la primera etapa el fascismo se ocupó especialmente de su consolidación política, mientras que la política económica era más bien ortodoxa. En la segunda etapa, el régimen hizo avances en la imposición de sus directrices: corporativización de la economía, autarquía, imperialismo y preparación para la guerra.
La actuación del estado respondía dos preocupaciones: sustituir las importaciones siempre que fuera posible y potenciar las industrias de base que eran esenciales para la producción bélica.
Tras Estados Unidos, Alemania fue el país donde la depresión fue más fuerte, llegando a generar una respuesta radical: no supuso un cambio de política económica sino un cambio de régimen político, que comportó cambiar el parlamentarismo constitucional por el nacionalsocialismo (nazismo). Alemania debía 24.000 millones de marcos oro y sus reservas no llegaban a los 5000 millones. Para evitar la caída total del sistema financiero el gobierno adoptó una serie de medidas deflacionistas ortodoxas. Se prohibió la exportación de capitales y los extranjeros sólo podían recuperar sus créditos en marcos bloqueados, que sólo serían efectivos a largo plazo.
La gravedad de la crisis hizo crecer al nazismo, el nazismo representó una ruptura total con la situación anterior: liquidación de la democracia parlamentaria, rechazó de los compromisos internacionales y una economía sujeta al estado. Las ideas del nacionalsocialismo eran racistas y xenófobas cristalizando en el mito de la raza superior, la raza aria quedara representada en el partido nacional socialista de Hitler, creado en 1920. La idea clave del nazismo ante la crisis era que esta era importada, fruto de una conspiración internacional promovida por los judíos para hundir la economía alemana en el momento en el que se estaba recuperando. El expansionismo reclamaba el derecho a tener colonias, y en especial a dominar a los pueblos inferiores del oeste de Europa.
En las elecciones de 1932, el partido nacional socialista fue el más votado y Hitler obtuvo el poder con el apoyo de los partidos conservadores. A finales de febrero Hitler instauró el estado de excepción, disolvió el parlamento y concentró todo el poder en sus manos. El gasto estatal pasó, entre 1932 y 1938, del 17 al 28% mientras que el consumo privado caída del 80 al 59%. A su vez, el gasto estatal iba destinado cada vez más a gasto militar.
En el régimen nazi se quería lograr el poder militar y el bienestar de los alemanes por el medio que fuera, incluso la desvinculación total de los compromisos internacionales y el uso de la violencia cuando fuese conveniente.
A partir de 1936 el gasto público se concentró en la preparación para la guerra. Así, el gasto militar pasó de representar el 8,3% del gasto público en 1933 al 61% en 1938.
El nacionalsocialismo fracasó, no lleva a Alemania a la grandeza ni al dominio si no a la ruina y a la destrucción.







7.1. La recuperación de la economía europea.
El crecimiento de Europa occidental durante 1950 y 1973 fue superior en más de un tercio al de Estados Unidos y sólo fue superado por Japón.
La economía británica creció a una tasa del 2,5%, la mayor que en cualquier periodo anterior pero junto a Estados Unidos fue el país que menos creció en términos per cápita de modo que en 1973 el PIB per cápita lo superaban Alemania y Francia. A pesar de ello, Londres continuó siendo el segundo centro financiero mundial.
La reconstrucción de la economía francesa se llevó a cabo con una fuerte intervención del estado través de la nacionalización de importantes sectores económicos y de la instauración de la llamada planificación indicativa. El crecimiento francés fue notable a partir de 1960, momento en el que se situó por encima del alemán y sólo fue superado claramente por Japón y ligeramente por Italia.
El éxito de la economía alemana tras la Segunda Guerra Mundial se debió a la ayuda exterior y a los aciertos en el enfoque de su política económica, las posibilidades de crecimiento ofrecida por el doble proceso de reconstrucción y de recuperación del gap tecnológico, la disponibilidad de mano de obra y de capital humano, y la tradicional calidad de la producción industrial alemana. Tras la guerra, el problema era la falta de alimentos y de materias primas, y esta fue la principal aportación del plan Marshall, clave para la recuperación de Alemania Occidental. Un factor importante de crecimiento fue la idoneidad de las medidas de política económica que sustituyeron el reichmark por el deutschmark (valía 10 reichmarks). Pero más importante fue la adopción de la denominada economía social de mercado, con medidas como la supresión de los controles sobre los precios industriales y una rápida eliminación de monopolios y barreras comerciales.
Durante la época dorada, el conjunto de países del Mediterráneo alcanzó las tasas más elevadas de crecimiento, se debió a la disponibilidad de energía barata y a la difusión de la tecnología de la segunda revolución tecnológica.
La tan deseada liberación del comercio sólo fue posible de forma parcial a escala mundial, aunque se logró panales más restringidas. La primera y principal fue la comunidad económica europea (1958) transformada en 1991 en la actual Unión Europea. El tratado de Roma creó la comunidad económica europea cuya finalidad era promover el desarrollo armónico mediante el establecimiento de un mercado común basada en libertad de circulación de mercancías, servicios, trabajadores y capitales y en el respeto por las reglas de la competencia.





7.2. La época dorada del capitalismo.
La época dorada el capitalismo transcurre bajo el predominio de Estados Unidos en la economía mundial. Mientras la evolución de la economía norteamericana afectaba al conjunto de la economía mundial, la evolución del resto del mundo afectaba muy poco a la economía de Estados Unidos.
Estados Unidos asumió el papel de líder mundial después de la Segunda Guerra Mundial, con el convencimiento de que la mejor manera de asegurar la prosperidad económica y la estabilidad política era impulsar la libertad de comercio internacional y la adopción de tipo de cambio fijos.
A pesar de todo, el crecimiento estadounidense de la posguerra ha sido inferior al del resto de los países industrializados por estos motivos:
1-     las mayores dificultades de crecimiento para una economía madura.
2-     La prioridad para a la lucha contra la inflación.
3-     El fuerte gasto militar, consecuencia del papel de policía mundial.
En los años 60, las administraciones demócratas intentan relanzar la economía con política de expansión monetaria que incluían medidas para favorecer a los más desvalidos. El interior, la nueva frontera de Kennedy suponía una mayor inversión en educación y medidas de atención social. En el exterior, se diseñó una especie de plan Marshall para Latinoamérica cuyo objetivo de impulsar el crecimiento económico de estos países y permitir la ampliación de las exportaciones estadounidenses.
Entre 1950 y 1973, Estados Unidos el país con un mayor aumento de la renta per cápita en términos absolutos, aunque tenía la vez la tasa de crecimiento más baja entre los países avanzados, exceptuando a Gran Bretaña. La convergencia de las rentas de los principales países industrializados se debía a la mayor facilidad para capturar los avances tecnológicos del país más avanzado (Estados Unidos), acercándose a su productividad. Este país sólo mantiene en cada momento las industrias o procesos punta aún no introducidos en los otros países. Sin embargo, la creciente productividad de estos hace que las innovaciones se adopten cada vez con mayor rapidez.






7.3. La crisis del petróleo y las respuestas.
Las condiciones de la época dorada, tan favorables al crecimiento, no podían durar indefinidamente. El crecimiento posbélico se basaba en una relación real de intercambio favorable a los productos industriales respecto a los productos primarios.
Estos sectores se vieron fuertemente afectados por el aumento del precio del petróleo que se produjo en 1973 cuando, como consecuencia de la guerra entre Israel y los países árabes, éstos tomaron represalias contra los países occidentales favorables e Israel, multiplicando por tres el precio del petróleo. La economía entra en crisis. Sin embargo, el impacto del alza del precio del petróleo no era más que la constatación de unos desajustes estructurales que hacía tiempo que dificultaban el buen comportamiento de la economía mundial.
Como ante cualquier crisis, las soluciones más rápidas proceden de las políticas económicas. A lo largo de los años 70 se hizo evidente que la crisis no era un fenómeno coyuntural y que no podía combatirse con las políticas económicas y dar prioridad a la lucha contra la inflación.
Para la segunda crisis de energía (1978), las políticas económicas se centraron en la lucha contra la inflación a partir de restricciones de la oferta monetaria, aumento de impuestos, restricción de las prestaciones sociales y desregularización de la economía. Lo que en principio era una respuesta para controlar la inflación se convirtió en una nueva ortodoxia económica dominada por el monetarismo y la escuela de las expectativas racionales. En la segunda mitad de los 80 se tomaron medidas de desregularización financiera y de reducción del impuesto sobre la renta, sustituido por impuestos indirectos. La finalidad era impulsar el ahorro para incentivar la inversión y la creación de puestos de trabajo.
Con el objetivo de obtener la estabilidad monetaria necesaria para dominar la inflación de sus monedas; los países en vías de desarrollo intentaron mantener las cotizaciones mediante el control de capitales; los países de la Comunidad económica Europea trataron de evitar desajustes entre sus divisas a través de varios compromisos para mantener las monedas dentro de unas bandas de cotización para que no se distanciaran en exceso de las tasas fijas anteriores. El fracaso de estos intentos llevó a la unificación monetaria y a la creación del Banco Central europeo como gestor monetario único (Eichgreen, 1996).
En líneas generales, la flotación monetaria ha funcionado mucho mejor de lo que se esperaba, básicamente porque los principales gobiernos han adoptado en cada momento las medidas oportunas para evitar una fluctuación excesiva de sus monedas. Las medidas fueron tanto de tipo monetario como de tipo fiscal.
Las políticas monetarias y liberalizadoras cumplen a medias con sus objetivos y con grandes diferencias según el país. Por regla general, lograron que la inflación disminuyera, además de controlar los déficits presupuestarios y de las balanzas de pagos, aunque no mejoraron las tasas de crecimiento ni lograron rebajar el índice de desempleo.
La crisis del petróleo exigía reestructurar las economías trasladando factores de producción de sectores en crisis a sectores con una demanda creciente.
Las mejoras tenían que procede principalmente de la adopción de innovaciones técnicas. Éstas fueron importantes en dos campos:
1- el ahorro de energía, con la adopción de maquinaria con más eficiencia energética.
2- La disminución de costos salariales, a través de la adopción de maquinaria y de procesos que ahorran trabajo. Por esta razón, la salida de la crisis va acompañada del mantenimiento de altos índices de desempleo.
En concreto, el avance tecnológico más importante se ha dado en el mundo de la computación y de las telecomunicaciones.















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